OBAMA: LOS DOS ROSTROS DE SUS POLÍTICAS
Hay una leyenda salvadoreña con la que se pueden comparar los complejos planes de la mal llamada ayuda que los Estados Unidos, a través de su presidente Barack Obama y su equipo, brindan en nuestra región. Nos referimos al cuento de la siguanaba.
Cualquiera que haya escuchado las descripciones del ser que protagoniza esta leyenda y de la forma en que actúa, no dudará en identificar sus mismas características en las políticas y proyectos de cooperación para América Latina que emanan desde Washington: se presentan como un deleite para los sentidos políticos y económicos de una nación, seducen con promesas de bienestar social, nos llevan luego a los ríos en donde fluyen sus intereses para mostrarnos su verdadero rostro, totalmente diferente a la cara bella del principio, condenándonos a vivir ajenos a los beneficios del trabajo y la riqueza que nosotros mismos producimos.
Estas siguanabas estadounidenses tienen muchos nombres y formas, como por ejemplo Tratados de Libre Comercio, Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad (antes Escuela de las Américas), prestamos financieros a través del Fondo Monetario Internacional (FMI), entre otros.
El más reciente de estos proyectos que Estados Unidos impulsa con los gobiernos de la región centroamericana es un plan regional contra el narcotráfico y el crimen organizado, tema que se ha dicho será tratado en la próxima visita de Obama a El Salvador. A través de este plan el país del norte brindaría asesoría, equipos y financiación para contribuir en la disminución de los índices de inseguridad que durante los últimos años se han disparado en Centro América. El plan también incluirá asistencia militar a los gobiernos e instalación de Centros de Monitoreo similares al que está ubicado en el aeropuerto de Comalapa en nuestro país.
La violencia e inseguridad en la región producto del narcotráfico y el crimen organizado es una realidad que requiere soluciones en las que participen todas las naciones involucradas en el problema (principalmente Estados Unidos al ser el mayor consumidor de drogas y el principal proveedor de armas a nivel mundial).
Sin embargo, planes como el que ofrece aquel país del norte para combatir la inseguridad en la región implican ceder parte de la soberanía de los países, plasmada en sus constituciones, para permitir que los asesores militares y el equipo en sus bases actúe de forma libre bajo el pretexto de encontrar y capturar de forma más efectiva a los narcotraficantes y criminales.
Ceder en estos aspectos da lugar a que se cometan abusos en otras áreas relacionadas a la defensa de los intereses estadounidenses. El caso del Golpe de Estado en Honduras en el 2009 es un perfecto ejemplo de lo anterior. Ahí está ubicada una base militar estadounidense cuyos asesores enseñaron todo lo que saben a los generales que, junto a la oligarquía de ese país, tomaron a la fuerza el poder atentando contra el gobierno constitucionalmente establecido. Interesante forma de percibir los resultados de la “ayuda” brindada por Estados Unidos.
Las comparaciones con la siguanaba también pueden ser aplicadas al hablar directamente de Obama. El primer presidente afro descendiente de Estados Unidos, que contó con el apoyo de sectores populares durante su candidatura, había dicho a Latino América que cambiaría totalmente las pésimas políticas hacia la región que mantuvo el pequeño Bush. Otra vez una promesa hermosa para después exhibir un resultado horrible: las actitudes hacia Latino América no han cambiado en nada y sus consecuencias siguen siendo igual de desastrosas. La renuencia del presidente a reconocer El Golpe de Estado en Honduras y contribuir a restablecer la constitucionalidad, como lo hizo la mayor parte del mundo, son muestra de ello.
Con el tiempo, los salvadoreños descubrimos que la siguanaba era un cuento para asustar a niñas y niños. Pura ficción. Pero las políticas y planes de cooperación mal intencionados que impulsa Obama en nuestra región son una realidad al igual que sus consecuencias. Sólo demostrando que hemos dejado de creer en cuentos e historias falsas lograremos que las potencias como Estados Unidos comiencen a considerar que su ayuda en el desarrollo de nuestras sociedades debe de ser colaboración y no imposición.
Equipo Mapache
5 de marzo de 2011.
