En el dia internacional de la Pacha Mama

TODO SE VENDE, TODO SE COMPRA; TODO TIENE PRECIO, NADA TIENE VALOR.

Calentamiento global, crisis energética, pérdida de biodiversidad, contaminación masiva, erosión, ruptura de la capa de ozono, deforestación, crisis hídrica, surgimiento de nuevas y mortales enfermedades… Este es el panorama que –ecológicamente hablando- se vive en el mundo, un mundo que para el 2,050 tendrá cerca de 9,400 millones de personas.

El nivel actual de dióxido de carbono en la atmósfera del planeta es de 400 partes por millón (ppm): el mayor de los últimos 500,000 años. Esto ha provocado el desapareciendo del hielo del Ártico y de los glaciares, horribles olas de calor, variaciones en las estaciones, tormentas cada vez más extremas y una perdida imparable de biodiversidad. Latinoamérica no escapa a esta crisis ecológica propiciada por el capitalismo salvaje mundial.

Un tercio de la deforestación a nivel mundial se da en América Latina y el Caribe, región que concentra el 22% de los bosques nativos y el 24% de las áreas protegidas del mundo. También, el continente americano, con solamente el 12% de la población mundial, contiene el 47% del total de las reservas de agua dulce del mundo. El Acuífero Guaraní, una de las reservas hídricas subterráneas más grandes del mundo que se extiende sobre 1,2 millones de km2 (una superficie mayor que la de España, Francia y Portugal juntas) y que ocupa parte del subsuelo de Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, podría abastecer a la actual población mundial de 6.000 millones de personas durante 200 años.

Y es precisamente éste un tema que preocupa a nuestra Latinoamérica y, obviamente a El Salvador; ya que las reservas de agua dulce empiezan a ser explotadas por transnacionales en un mundo donde la falta del líquido potable hace sufrir de sed a alrededor 2,400 millones de personas. Como el agua es uno de los recursos que ya escasea en el planeta y principalmente en los países del primer mundo, el Guaraní se convierte en una reserva estratégica para futuras generaciones y sumamente atractivo para el emergente "Mercado del Agua". No es extraño entonces que países como Estados Unidos, Alemania, Francia, España, Holanda, Inglaterra, Italia, Dinamarca, Canadá, Japón e Israel, que son países que ya están sufriendo la escasez del vital líquido, ya hayan mostrado interés en participar en la gestión “racional” de este inmenso recurso hídrico en la América del Sur, usando de fachada proyectos de sostenibilidad ambiental financiados por el BID y el FMI. Estamos siendo testigos pues, de cómo el agua está transformando de ser un recurso natural a una vulgar una mercancía internacional. Por ahí va la intención de los neo-colonos europeos de firmar un TLC con CA, debido a las reservas de agua que tienen principalmente Honduras y Costa Rica. El agua ha dejado de ser una mercancía infinita que se da por garantizada para convertirse en una necesidad racionada que puede tomarse por la fuerza; no es de extrañarse entonces que las próximas guerras que se avecinen sean producto del control del mercado del “oro azul”.

Como resultado de vivir bajo un modelo capitalista durante los últimos 20 años de dictadura arenazi, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo Humano (PNUD), El Salvador es uno de los 14 países de Latinoamérica que podrían estar en estrés hídrico para el año 2022, y esto afecta –como siempre- a los sectores vulnerables. Por ello es necesario tomar cartas en el asunto. Acciones grandes como sustituir gradualmente el consumo de petróleo, carbón, biocombustibles y gas natural por otras fuentes como la energía nuclear, hidráulica, eólica y renovable o incrementar la inversión estatal en el cuido del medio ambiente son válidas. Pero igual de válidas son las acciones pequeñas como plantar árboles, comprar productos que dañen lo menos posible el ambiente, reciclar para generar menos basura y, por supuesto, no botarla en la calle, usar gasolina sin plomo, entre otras. Las primeras le corresponden a los Estados, las segundas te corresponden a vos.

Equipo Mapache.
San Salvador, 25 de abril de 2009.