¿Cómo queremos que sean nuestros hijos?
Pocas personas logran ser inspiradores de generaciones y generaciones como lo logró un hombre nacido el 14 de junio de 1928 en Rosario, Argentina, con el nombre de Ernesto Guevara de la Serna.
El mismo que recorrió los caminos de nuestra América Latina conociendo el sufrimiento de los obreros y los campesinos, el mismo que pasó por El Salvador rumbo a Guatemala, donde vivió la intromisión del Tío Sam, con el derrocamiento de Jacobo Arbenz, el que salió rumbo a México donde conocería al joven abogado Cubano: Fidel Castro. Ese hombre que se embarcó hacia la liberación de su pueblo, el pueblo de Cuba. El que luchó en la Sierra Maestra rumbo al occidente, el que miro las calles de Santa Clara desde la loma del Capiro, calles por donde luego caminaría para partir hacia La Habana junto a las columnas guerrilleras del Movimiento 26 de julio. El Che que por comunista se hizo economista, el que no podía permanecer detrás de un escritorio y que le dio una lección a los nuevos revolucionarios con el trabajo voluntario sin importar su cargo dentro del partido, el Che Guevara, el padre y el hijo que se marchó a defender a sus hermanos en África y en Bolivia. ¡Cuántas etapas del Che, cuántas cualidades y cuánto por que admirar!
Pero debemos preguntarnos: ¿A cuál Che hay que seguir? ¿Cómo cual Che hay que ser?
El hombre con asma que recorrió el mundo defendiendo sus creencias e ideología es símbolo de rebeldía, de honestidad, de rectitud, de internacionalismo, del Comunismo –y en muchos casos–generador de los miedos más absurdos.
Su imagen inmortalizada en la famosa foto de Korda a movilizado a millones de personas alrededor del mundo en busca de un mundo nuevo. Pero también ha sido capturada y apropiada por la industria capitalista, paradójicamente –como muchos podrían pensar– no fue para desaparecerla de la faz de la tierra, sino para multiplicarla a niveles insospechados para él.
El revolucionario que creía que las utopías son para seguir avanzando, pasó de ser "el guerrillero más temido", para las pseudodemocracias oligarco-burguesas, a un simple objeto de colección, para los que se llaman de derecha, y para los que quieren sentirse más revolucionarios con su rostro en una camisa, en una gorra, en una pulsera o en el mas burdo de los casos en la ropa interior. Ambas clases sociales hoy comparten el desconocimiento total de quien era el llamado guerrillero heroico, pues si los primeros conocieran por lo que luchaba el Che, seguramente no utilizarían su rostro y si los segundos lo hubiesen leído –mas allá de frases– no prostituirian su figura.
Así que nos preguntamos de nuevo ¿cómo que Che hay que ser? ¿Debemos entonces ver, nada más, "Diarios de Motocicleta" para aprender cómo era el Che? No. ¡Basta de simplicidades! al Che hay que leerlo a profundidad, hay que analizarlo para aprender de él.
No es por falta de material de estudio, ¡es por falta de voluntad por la cual el Che no es tomado como debería de ser! y no son sólo los militantes, los que hoy le fallan a los ideales de Guevara, son los mismos partidos que muchas veces se valen de su imagen para vender una camisa, o que se llenan de frases y alusiones, que dicen que admiran pero que también le temen.
¿Cómo queremos entonces que sean nuestros hijos? Claramente queremos que sean como el Che. No significa que lo deben de imitar tal cual copia, sino que aprendan con su humildad y valentía, con su amor al pueblo, queremos que sean revolucionarios, que defiendan su ideología, que critiquen con argumentos a esta sociedad y su status quo, que la transformen, creen y sean ellos un nuevo Che.
El guerrillero heróico sigue más presente que nunca, sus críticas siguen siendo igual de validas, sus sueños aún se pueden cumplir.
Equipo Mapache
10 de octubre de 2009
El mismo que recorrió los caminos de nuestra América Latina conociendo el sufrimiento de los obreros y los campesinos, el mismo que pasó por El Salvador rumbo a Guatemala, donde vivió la intromisión del Tío Sam, con el derrocamiento de Jacobo Arbenz, el que salió rumbo a México donde conocería al joven abogado Cubano: Fidel Castro. Ese hombre que se embarcó hacia la liberación de su pueblo, el pueblo de Cuba. El que luchó en la Sierra Maestra rumbo al occidente, el que miro las calles de Santa Clara desde la loma del Capiro, calles por donde luego caminaría para partir hacia La Habana junto a las columnas guerrilleras del Movimiento 26 de julio. El Che que por comunista se hizo economista, el que no podía permanecer detrás de un escritorio y que le dio una lección a los nuevos revolucionarios con el trabajo voluntario sin importar su cargo dentro del partido, el Che Guevara, el padre y el hijo que se marchó a defender a sus hermanos en África y en Bolivia. ¡Cuántas etapas del Che, cuántas cualidades y cuánto por que admirar!
Pero debemos preguntarnos: ¿A cuál Che hay que seguir? ¿Cómo cual Che hay que ser?
El hombre con asma que recorrió el mundo defendiendo sus creencias e ideología es símbolo de rebeldía, de honestidad, de rectitud, de internacionalismo, del Comunismo –y en muchos casos–generador de los miedos más absurdos.
Su imagen inmortalizada en la famosa foto de Korda a movilizado a millones de personas alrededor del mundo en busca de un mundo nuevo. Pero también ha sido capturada y apropiada por la industria capitalista, paradójicamente –como muchos podrían pensar– no fue para desaparecerla de la faz de la tierra, sino para multiplicarla a niveles insospechados para él.
El revolucionario que creía que las utopías son para seguir avanzando, pasó de ser "el guerrillero más temido", para las pseudodemocracias oligarco-burguesas, a un simple objeto de colección, para los que se llaman de derecha, y para los que quieren sentirse más revolucionarios con su rostro en una camisa, en una gorra, en una pulsera o en el mas burdo de los casos en la ropa interior. Ambas clases sociales hoy comparten el desconocimiento total de quien era el llamado guerrillero heroico, pues si los primeros conocieran por lo que luchaba el Che, seguramente no utilizarían su rostro y si los segundos lo hubiesen leído –mas allá de frases– no prostituirian su figura.
Así que nos preguntamos de nuevo ¿cómo que Che hay que ser? ¿Debemos entonces ver, nada más, "Diarios de Motocicleta" para aprender cómo era el Che? No. ¡Basta de simplicidades! al Che hay que leerlo a profundidad, hay que analizarlo para aprender de él.
No es por falta de material de estudio, ¡es por falta de voluntad por la cual el Che no es tomado como debería de ser! y no son sólo los militantes, los que hoy le fallan a los ideales de Guevara, son los mismos partidos que muchas veces se valen de su imagen para vender una camisa, o que se llenan de frases y alusiones, que dicen que admiran pero que también le temen.
¿Cómo queremos entonces que sean nuestros hijos? Claramente queremos que sean como el Che. No significa que lo deben de imitar tal cual copia, sino que aprendan con su humildad y valentía, con su amor al pueblo, queremos que sean revolucionarios, que defiendan su ideología, que critiquen con argumentos a esta sociedad y su status quo, que la transformen, creen y sean ellos un nuevo Che.
El guerrillero heróico sigue más presente que nunca, sus críticas siguen siendo igual de validas, sus sueños aún se pueden cumplir.
Equipo Mapache
10 de octubre de 2009
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