OPINIÓN TARDÍA SOBRE LA PROHIBICIÓN DE LAS CACHIPORRAS
Cuesta escribir sobre este tema, pues aún no conocemos la postura de algunas las cachiporras de centros educativos rurales como la “Escuela Americana” y afines. También desconocemos cómo les va en esta labor tan importante a hijas de alcaldes, diputados, empresarios y uno que otro ex-presidente (¿o es que estos personajes no dejarían que sus hijas sean “Colirio para los Ojos” de los hombres patrióticos libres de malos pensamientos?). Sin embargo realizaremos una aproximación crítica con los insumos que han llegado a nuestra re(d)acción.
La solicitud realizada por el Instituto Salvadoreño de Desarrollo de la Mujer (ISDEMU), acuerpada por el Ministerio de Educación (MINED), de prohibir que adolescentes femeninas encabecen los desfiles cívicos de las escuelas públicas durante “los actos patrios” vestidas como cachiporristas, no tiene por suelo teorético “la moralina taparrabo” de la que es acusada, sino un amplio estudio realizado por organizaciones que velan por los derechos de las mujeres en el país, que han demostrado que una de las tantas formas que utiliza “la trata de personas” para seleccionar sus víctimas es justamente éste.
Son cerca de 23 años, en los que organizaciones como la Asociación para La Autodeterminación y de Desarrollo de Mujeres Salvadoreñas (AMS), han realizado diferentes tipos de trabajos en San Miguel, Morazán, Santa Ana y Usulután, con grupos de mujeres que han sufrido en carne propia acoso sexual, violaciones y comercio sexual. Estas mujeres rondan entre los 12 y 17 años y han sido violentadas en sus centros de estudio o por autoridades de los mismos.
Algunas de ellas aseguraron que el “comercio sexual” se daba entre profesores, que las seleccionaban durante los actos cívicos. Luego, cuando ellas tomaban valor de denunciarlos, eran reprimidas por sus propios familiares o su caso quedaba en “el limbo jurídico”.
En base a lo anterior algunos editorialistas del país han dicho que a quienes se debe juzgar por esto es a los “degenerados sexuales” y no “negarles la oportunidad de desarrollo” a las cachiporras en “una tradición que ya forma parte de nuestra cultura”. Pues bien, sobre lo primero estamos en total sintonía, pues no sólo se debe evitar que nuestras niñas se “expongan” sino que también se debe investigar cómo y dónde funcionan estos grupos delictivos y quiénes están lucrándose de esto, cosa (que al menos en discurso) ya realiza el ejecutivo, quien además se comprometió a presentar resultados pronto. Estaremos pendientes de que cumplan.
Sobre las otras dos opiniones no estamos de acuerdo pues “no se les niega una oportunidad” a las jóvenes sino que esto deja al descubierto que no poseen ningún tipo de oportunidad en este sistema para desarrollarse, más que el de acostumbrarse a ser explotadas sexualmente desde adolecentes. En lo que se refiere al “argumento cultural” es definitivamente absurdo, primero porque lo “cultural” no indica que una costumbre sea “buena” a priori (para ejemplo: algunos antropólogos de renombre aseguran que “somos una cultura violenta” ¿por eso defenderemos la violencia?) y segundo, es hipócrita darse golpes de pecho por los derechos de la niñez y a la vez solicitar que desde la educación pública se coloqué a nuestras niñas como objeto sexual (¿explotación sexual infantil del estado?).
Por tanto consideramos importante (pero pequeño) este primer paso en el respeto a los derechos de las mujeres y la niñez, pues deja al descubierto lo abandonado que están estos dos sectores en nuestro país y lo mucho que debemos trabajar en esta campo. Una tarea pendiente del ejecutivo quien debería de utilizar parte de los millones de sus campañas publicitarias para lanzar una campaña agresiva a favor del respeto a la mujer, tanto en medios, como en los centros educativos y lugares de trabajo, además de fortalecer económicamente a las instituciones jurídicas para que resuelvan eficazmente todas las denuncias de abuso sexual.
Equipo Mapache 21 de agosto de 2010
PD: le recordamos a Paolo Lüers, Norman Quijano y uno que otro degenerado de “izquierda” que este será el último año en el que podrán acudir el 15 de septiembre a los actos de una figura abstracta llamada “patria” para disfrutar por última vez de las que ustedes cosifican y llaman “piernudas” bajo la aprobación estatal, patrocinado por Mauricio Funes.
La solicitud realizada por el Instituto Salvadoreño de Desarrollo de la Mujer (ISDEMU), acuerpada por el Ministerio de Educación (MINED), de prohibir que adolescentes femeninas encabecen los desfiles cívicos de las escuelas públicas durante “los actos patrios” vestidas como cachiporristas, no tiene por suelo teorético “la moralina taparrabo” de la que es acusada, sino un amplio estudio realizado por organizaciones que velan por los derechos de las mujeres en el país, que han demostrado que una de las tantas formas que utiliza “la trata de personas” para seleccionar sus víctimas es justamente éste.
Son cerca de 23 años, en los que organizaciones como la Asociación para La Autodeterminación y de Desarrollo de Mujeres Salvadoreñas (AMS), han realizado diferentes tipos de trabajos en San Miguel, Morazán, Santa Ana y Usulután, con grupos de mujeres que han sufrido en carne propia acoso sexual, violaciones y comercio sexual. Estas mujeres rondan entre los 12 y 17 años y han sido violentadas en sus centros de estudio o por autoridades de los mismos.
Algunas de ellas aseguraron que el “comercio sexual” se daba entre profesores, que las seleccionaban durante los actos cívicos. Luego, cuando ellas tomaban valor de denunciarlos, eran reprimidas por sus propios familiares o su caso quedaba en “el limbo jurídico”.
En base a lo anterior algunos editorialistas del país han dicho que a quienes se debe juzgar por esto es a los “degenerados sexuales” y no “negarles la oportunidad de desarrollo” a las cachiporras en “una tradición que ya forma parte de nuestra cultura”. Pues bien, sobre lo primero estamos en total sintonía, pues no sólo se debe evitar que nuestras niñas se “expongan” sino que también se debe investigar cómo y dónde funcionan estos grupos delictivos y quiénes están lucrándose de esto, cosa (que al menos en discurso) ya realiza el ejecutivo, quien además se comprometió a presentar resultados pronto. Estaremos pendientes de que cumplan.
Sobre las otras dos opiniones no estamos de acuerdo pues “no se les niega una oportunidad” a las jóvenes sino que esto deja al descubierto que no poseen ningún tipo de oportunidad en este sistema para desarrollarse, más que el de acostumbrarse a ser explotadas sexualmente desde adolecentes. En lo que se refiere al “argumento cultural” es definitivamente absurdo, primero porque lo “cultural” no indica que una costumbre sea “buena” a priori (para ejemplo: algunos antropólogos de renombre aseguran que “somos una cultura violenta” ¿por eso defenderemos la violencia?) y segundo, es hipócrita darse golpes de pecho por los derechos de la niñez y a la vez solicitar que desde la educación pública se coloqué a nuestras niñas como objeto sexual (¿explotación sexual infantil del estado?).
Por tanto consideramos importante (pero pequeño) este primer paso en el respeto a los derechos de las mujeres y la niñez, pues deja al descubierto lo abandonado que están estos dos sectores en nuestro país y lo mucho que debemos trabajar en esta campo. Una tarea pendiente del ejecutivo quien debería de utilizar parte de los millones de sus campañas publicitarias para lanzar una campaña agresiva a favor del respeto a la mujer, tanto en medios, como en los centros educativos y lugares de trabajo, además de fortalecer económicamente a las instituciones jurídicas para que resuelvan eficazmente todas las denuncias de abuso sexual.
Equipo Mapache 21 de agosto de 2010
PD: le recordamos a Paolo Lüers, Norman Quijano y uno que otro degenerado de “izquierda” que este será el último año en el que podrán acudir el 15 de septiembre a los actos de una figura abstracta llamada “patria” para disfrutar por última vez de las que ustedes cosifican y llaman “piernudas” bajo la aprobación estatal, patrocinado por Mauricio Funes.
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