SISTEMA CARCELARIO, EL NUEVO MERCADO
Finalizada la Guerra Civil de El Salvador (1980 y 1992), un par de años después de la caída del Bloque Socialista Soviético, la oligarquía local vio que la “amenaza del comunismo” ya no era tan potable para adormecer a las mayorías pobres y someterlas a sus políticas, sin embargo, como ellos continuaban dominando el ejecutivo a través del partido político Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), repetían el viejo cuento hasta el absurdo en cada campaña electoral, pero a la vez iban creando la nueva idea de ser los únicos entes capaces de apaciguar los temores públicos ante el delito.
En el año 2009 sale formalmente ARENA del ejecutivo y su fracaso en las urnas revela que el fantasma del comunismo ya no tenía impacto sobre la población. Sin embargo las elites estaban tranquilas, ya que durante los cuatros periodos del partido de la derecha en el gobierno habían creado toda una estructura a su imagen y semejanza, también podían hacer explotar de una vez por todas el temor “al crimen”.
Las condiciones de desigualdad, el bajo nivel de escolaridad, la débil identidad cultural –entre otros factores presentes durante los gobiernos militares y civiles de derecha– hicieron crecer, como hongos después de la lluvia, a los delincuentes en nuestro país, eran una pequeña parte de esas mayorías ignoradas por las leyes del mercado y a la vez marginadas del sistema de explotación, que también querían tener lo que la televisión y la vitrinas de los imponentes centros comerciales les mostraban, y si no lo lograban por las vías legales lo harían de forma ilícita.
Es así como las caréceles que anteriormente estaban llenas de delincuentes de poca monta y miles de presos políticos pasaron a ser saturadas por jóvenes pandilleros, que a la vez se convirtieron en los posibles culpables de todos los crímenes cometidos en el territorio salvadoreño. Las autoridades de seguridad, desde los inicios de los noventa, iniciaron una estigmatización a la juventud. A la vez intentaron con represión detener el monstruo creado por el mismo neoliberalismo que tanto predicaban.
Este enorme problema cayó en las manos de las nuevas autoridades de seguridad, que debían cargar no solo con una sobrepoblación carcelaria, sino con una estructura corrupta en todos los ámbitos. A pesar de ello tímidamente han dado un par de pasos en otra sintonía, como ejemplo podríamos citar el mecanismo de “granjas” penitenciarias en las cuales los internos e internas de fase de confianza y semilibertad podrán acogerse. El sistema contempla capacitación en técnicas agrícolas para la cosecha de caña y zacate para ganado, entre otros. Las internas que tengan hijos podrán llevarlos a la granja dónde se les ofrecerá la atención en un centro de desarrollo infantil.
Pero el temor en la población hacia “lo pobres” convertidos en delincuentes no cesa, la conciencia de clase se ha perdido en el ambiguo universo de la inseguridad pregonado por los medios de comunicación de mayor circulación. En lugar de ir a las causa del problema han centrado nuestra atención en una vana solución como el exterminio y la pena de muerte, repetido incluso por sectores progresistas. Soluciones que han sido aplicadas en otros países demostrando ser un fracaso.
Con este panorama los sectores pudientes lejos de estar preocupados ven una nueva oportunidad, primero con la seguridad privada, que tantos réditos les ha dado en las últimos años, y luego con un nuevo mercado en pleno desarrollo: el del sistema carcelario.
En EEUU este rubro ya es privado y los mismos empresarios son los que promueven leyes antiinmigrantes y afines para tener mayor número de presos, mayor número de cárceles y mayores ingresos. Brasil, modelo del actual gobierno salvadoreño, inaugurará para fines del año 2011 dos primeras cárceles privadas de América Latina.
Sin duda este es un problema latente, los mismos que una vez llenaron de presos políticos las cárceles buscarán hacerlo con los pobres estigmatizados como delincuentes, ese será el nuevo negocio que ya tiene una previa aprobación por parte de la opinión de los públicos, que cada día se quejan más del actual sistema carcelario, motivados por los medios de comunicación y columnistas como Ivo Príamo Alvarenga que afilan sus plumas llamando a privatizar las cárceles de nuestro país.
Debemos estar atentos y no permitir que esta amenaza virtual se materialice, el problema de la delincuencia no es algo abstracto y cada uno de nosotros lo vive a diario, pero también debemos ser más críticos al momento de buscar soluciones para el mismo, sino todos y cada uno de nosotros con bajos ingresos seremos convertidos en delincuentes para mantener el nuevos negocio de las elites: las caréceles privadas.
Equipo Mapache
02 de julio de 2011
2 comentarios:
Esa es la realidad en ámérica Latina que hay que transformar...
Para mi que la misma derecha y los ex-militares represores son los que estan detras de tanta violencia pues no solo les será un buen negocio sino que tambien desestabilizan el ezfuerso que se está haciendo por cambiar el viejo y caduco sistema capitalista.
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