Normalmente los y las intelectuales son personas conocedoras de ciertos temas, es decir, han profundizado en el análisis y la crítica de uno o varios temas en particular. A su vez, suelen tener, o deberían tener, algún peso en la vida pública de una sociedad. Por tanto, es lógico que sean a quienes buscan la academia, las ong's, las organizaciones sociales, y por supuesto, los medios de comunicación, puesto que tienen una función necesaria en la sociedad: producir ideas.
En estos días, pre-electorales, las diferencias entre intelectuales y supuestos intelectuales han sido cubiertas, es decir, no se hace mayor cosa para distinguir entre pensantes y oportunistas, entre la intelectualidad y la charlatanería. En ese sentido, demás está decir que los charlatanes abundan, en todos lados aparecen, en todos lados escriben, a todas partes los invitan, etc. Ahora bien, el problema que se presenta, no es que estos supuestos intelectuales no sean objetivos, si no lo contrario, que intenten ocultar su no objetividad. En otras palabras, estas personas con un aparente discurso político de imparcialidad transmiten e inciden en la opinión pública, con argumentos o fundamentos no tan claros o endebles, en el mejor de los casos, o argumentos infantiles y falsos.
Por otro lado, existen varios tipos de "pensadores" con esa imparcialidad. Por un lado están los que si conocen o saben de un tema, pero su saber está al servicio de una elite o de la clase dominante; en segundo lugar, están otros que a medias conocen ciertos temas, pero que se adjudican la potestad de saber, es decir, la mediocridad misma. Éstos plumíferos, peligrosos por cierto, suelen figurar gracias a su servilismo a la clase dominante y es que de otra manera pasarían en la vida pública sin pena ni gloria; no tienen más remedio que trabajar para las grandes empresas mediáticas, hacer apologías a asesinos, etc., de lo contrario sus sueños se verían mermados por su incapacidad.
Otro grupo que no se puede quedar afuera son los académicos acomodados, cuyo análisis depende de las cifras proporcionadas por las estadísticas, algunos de estos también caen en la infantil imparcialidad; una pequeña prueba, son las publicaciones de ciencias políticas de la Universidad Centroamericana, que lejos de cuestionar a profundidad la realidad política, económica, social, cultural, etc. Se dedican a contar cuantos blogs o tonterías similares tiene Ávila y Funes. Es gente que se definen como los paladines de las ciencias sociales y políticas, pero son incapaces a la hora de estudiar verdaderos problemas del país, problemas como la represión social y económica o grandes problemas como la violencia.
A nuestro juicio, la intelectualidad implica conocer a fondo un tema, estudiarlo, analizarlo, criticarlo. Asimismo, tomar una postura política y transmitir ese saber a la sociedad, es decir, crear opinión pero con toda la claridad posible. En otras palabras, se trata de dar insumos o herramientas a la población para que sea la sociedad misma quien construya o desconstruya la realidad. Por otro lado, quien asume la loable tarea de leer y criticar la realidad, por supuesto que debe actuar con total autonomía, de lo contrario caería en una crítica banal y en un tétrico servilismo.
En conclusión, los y las intelectuales juegan un papel fundamental en quehacer político de la sociedad. Dentro del arco iris de opiniones que nos ofrecen, es menester saber identificar lo que vale la pena y lo que no, lo cual implica leer entre líneas cada texto de nuestro interés. Las medias tintas están por todos lados, se encuentran manteniendo el status quo, por muy críticos que quieran parecer, mal haríamos en no leerlos y dejar que se proliferen sin desenmascararlos. En definitiva, se trata de estar pendientes, con toda la crítica posible, puesto que la actual coyuntura lo exige.
Equipo Mapache,San Salvador, 6 de diciembre 2008
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