en medio de mi pueblo y de sus males…
Cantando me defiendo
y defiendo mi pueblo cuando en mi pueblo imprimen
su herradura de pólvora y estruendo
los bárbaros del crimen.
Miguel Hernández, "Recoged esta voz"
Dícese comúnmente que del funcionamiento de las instituciones depende el funcionamiento del Estado. Si esto es cierto, entonces el Estado de El Salvador, no funciona ni ha funcionado jamás.
En este breve análisis, citamos algunas de ellas, las más representativas a los intereses de los jóvenes, y de nuestro pueblo en general.
En primer lugar tenemos al Tribunal Supremo Electoral, creado por los Acuerdos de Paz entre el ejército y la guerrilla del FMLN en 1992; pensado para sustituir al antiguo Concejo Central de Elecciones- que por cierto fuera aparato de la dictadura militar al servicio de la oligarquía y el imperialismo- hoy por hoy, es muy a pesar de la evaluación de la OEA una institución decadente que ni es Tribunal ni supremo y en lugar de ser un calificado árbitro se constituye como mediocre administrador político de la contienda. Múltiples y variadas reformas a la Ley electoral así lo confirman, como que de los cinco magistrados, uno de ellos ha sido impuesto a dedazo limpio por el honorable circo legislativo para favorecer a la derecha en clara violación a la Constitución de esta República.
En dicho espacio, la decorativa figura del magistrado de la izquierda poco o nada puede hacer al tener correlación en contra de 4 a 1 y si con suerte algo logra, es nada mas de corte administrativo de distribución de plazas, esos menesteres que en nada favorecen a las mayorías. Ante la violencia política, el financiamiento del narcotráfico y lavado de dinero al partido ARENA, ante la campaña nauseabunda, ante el fracaso demostrado en el último simulacro de elecciones, ante la regulación de los períodos de campaña electoral, ante la ausencia del voto residencial y en el extranjero para no discriminar al principal sostén de este país que son sus expulsados, ante la regulación de la presencia de los partidos en los medios de (in) comunicación, ante la diferenciación entre ente jurisdiccional (árbitro) y ente administrativo (ejecutor), ante la ominosa diferencia entre el censo y el padrón electoral, el tristemente célebre Tribunal Supremo Electoral de El Salvador, en boca de su presidente el ultraderechista Walter Araujo se declara incompetente, por tanto es un inoperante e inútil. Entonces: ¿para qué mantener una institución así? ¿Cuál es la garantía de que no habrá fraude y que habrán elecciones transparentes?
Y de la UES, ni hablar. La institución superior llamada a ser el "natural" o "histórico" tanque de pensamiento del país, está enclavada -ya sin guerra civil- en uno de sus mayores letargos, el cual, muy probablemente, sea una deliberada decisión muy perjudicial para el país tomada por los gobiernos de derecha con el fin de mantener el orden de las cosas.
Es clave para la gente arenazi que no existan académic@s, profesionales e intelectuales, dedicados a querer subvertir este país a través de ideas contrarias al status quo. Con un presupuesto de poco más de 64 millones de dólares para el 2009, o sea, alrededor del ¡¡¡1.7%!!! del presupuesto general de la nación, la UES tendrá que hacer maravillas para poder educar a alrededor de 30,000 estudiantes, invertir en la docencia, en la investigación, dar becas, mejorar infraestructura, tecnificarse, invertir en arte y cultura, etc.
Pero lo malo es que el problema de la única casa de estudios estatal, no solo es el denodado abandono del gobierno central, sino también la poca capacidad de sus estructuras internas, para intentar cambiar las cosas. La mediocridad que profesan muchas de sus autoridades no tiene parangón; la falta de visión de la que hacen alarde algunas jefaturas, es descomunal; el conformismo social de su estudiantado, indigna.
Ahora bien, no sólo estas instituciones carecen de respeto. La mediocridad e incapacidad están a la orden del día y se encuentran operando en la cosa pública. Siempre en materia social, no se puede obviar la impericia del sistema de salud; la decadencia y la falta de compromiso ético es evidente. Basta dar un vistazo a la infraestructura y atención de los principales hospitales públicos para darnos la razón, ni hablar de la insuficiente cobertura que puede brindar nuestro "transparente" sistema de salud.
Por otro lado, en el ámbito de justicia y seguridad pública la situación es deplorable. Por más inversión que se haga en publicidad no lograrán cubrir la ineficaz gestión del último quinquenio. Tasa de 8 homicidios diarios hasta el mes de octubre, y 10 en noviembre; fuga de reos peligrosos y lo más tétrico: nadie se responsabiliza del hecho. Cómo no ser un sistema endeble cuando ni fiscalía, policía y medicina legal pueden ponerse de acuerdo para ver las cifras de homicidio, obviamente no sólo juega la incapacidad, que sí la hay, sino la falta de voluntad política; principalmente del Ministerio de Seguridad Pública. Un sistema de seguridad que crea una comisión para que aporte propuestas y no sean tomadas en cuenta… que impactante política de seguridad.
En definitiva, mientras exista esa fragilidad en nuestras instituciones públicas; mientras exista incompetencia e ignorancia en quienes las dirigen, seguirá existiendo la misma inequidad que reina en nuestra mugre sociedad. Y es que ni en el plano burgués puede hablarse de avance o desarrollo democrático; cuánto faltará para tener calidad de vida, o al menos vida. Sin duda, falta mucho por hacer. En conclusión, mientras no se solvente el problema institucional, seguirá existiendo pisoteos en los derechos laborales, económicos, políticos, sociales, culturales, sexuales, reproductivos, etc. Por supuesto quienes los sufren, que somos la mayoría, tenemos la necesidad y responsabilidad de cambiar el orden de las cosas.
Equipo Mapache
San Salvador, 13 de diciembre 2008
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