Y es que tratar de ser dogmático en El Salvador es prácticamente imposible, por ejemplo el famoso enunciado de Marx, La religión es el opio de los pueblos que supone, en inicio, la liberación del pueblo desprendiéndose de los mitos, colocando en el centro del hombre a él mismo y no Dios, sin embargo en Latinoamérica iglesias jugaron un papel importante en la política, no sólo porque participaron en la lucha por el poder, sino por su influencia en el pensamiento del ciudadano y en sus elecciones políticas. Sin una fundamentación desde la creencia religiosa, el análisis de la intención política hubiese quedado incompleto debido a la indiscutible influencia en el núcleo ético-mítico de los latinoamericanos, es decir el cristianismo, que no era una fuga del mundo sino una transformación de mundo como lo vimos ejemplificado en la Federación de Campesinos Católicos de El Salvador (FECCAS) que motivo a tantos a luchar por la utopía socialista en América Latina que, según Gustavo Morillo, fue cristiana (o muy influenciada por el relato cristiano). En esta misma línea se desarrolló Monseñor Romero, quien paulatinamente se convirtió en un paradigma para muchos cristianos, ya que nunca titubeo para denunciar la injusticia desde su lugar en la jerarquía de la iglesia católica. No queremos decir con esto que Romero era socialista, pero si podemos afirmar que existía una sensación de coincidencia en la búsqueda de lo mejor para el hombre y el fin del imperialismo, por tanto los cristianos y marxistas tenían los mismos objetivos: defensa de los derechos humanos, de los desposeídos, la construcción de un mundo nuevo, buscar leyes humanas y justas. Esto lo dejo demostrado Romero que fue un hombre leal a las luchas del pueblo, sintió con los pobres, vivió por ellos y hasta murió por ellos. Es por eso que la izquierda, en cualquiera de sus modalidades, lo recuerda en esta semana con tanto amor, pues su palabra sigue siendo tan valida como en su tiempo, en esta época donde necesitamos voces valientes, voces comprometidas con los más golpeados por este capitalismo caníbal que, como ya antes lo dijo Romero, hace que los pobres luchen contra los pobres.
Pero en esta semana también recordamos otro gran compatriota, a Roberto Armijo, el gran ensayista de la Generación Comprometida, quien, apegado al papel que describió Cortázar sobre el intelectual latinoamericano, se empapo de la filosofía burguesa pero siempre interno en la vías del socialismo como lo demostró en los ochenta cunado estando en Francia desplegó una importante actividad intelectual y política como representante del FMLN, demostrando una vez más que la lucha por la liberación de nuestro país no es exclusiva de un sector sino una necesidad de todos en conjunto.
Y es que, según el Fondo de Población de Naciones Unidas, dentro de veinticinco años una de cada tres personas en la Tierra tendrá poca agua o nada, esto que a nosotros nos suena hueco para muchas potencias mundiales es un realidad por ello buscan, como lo han hecho en toda la historia, mantener su nivel de vida a costa de nosotros, los países pobres.