EL NIÑO LLORÓN Y LA MAMÁ QUE LO PELLIZCA
Les llaman “el sector transporte”, pero no son más que una banda de irrespetuosos chupa diesel. Le llaman “el ejecutivo”, pero no son más que un atajo de idiotas incapaces de resolver la más mínima crisis. Le llaman “el abnegado y trabajador pueblo salvadoreño”, pero no son más que un rebaño de dóciles y resignadas ovejitas.
El torpe gobierno salvadoreño se ha mostrado una vez más, incapaz e inútil para poder solventar la crisis del alto costo de la vida, específicamente, el problema del transporte de pasajeros. Esta semana que casi termina, transcurrió con frecuentes y flojísimas declaraciones de un hombre sin carácter como lo es el Viceministro de Transporte, la cobarde y total ausencia del partido de derecha en los medios de desinformación y la notoria pasividad del noble pueblo salvadoreño el cual, si un motorista de bus le dice el día de mañana que el pasaje vale $1, $1 le paga.
Poner un precio tope al galón de diesel, la eliminación del FOVIAL, la eliminación del IVA, la eliminación del impuesto de $0.10, la importación de más petróleo venezolano, el buen uso del recurso diesel, aprobar la ley de hidrocarburos, el reordenamiento y educación vial, el fomento de otras formas de energía, topar a las transnacionales, entre otras, son las opciones que se han puesto sobre el tapete para intentar paliar la situación. El llamado a arreglar este asunto es obligatoriamente el Estado. Nadie más. La responsabilidad recae exclusivamente en el Estado. Pero éste, en lugar de resolver, se embrutece; en lugar de solventar, espera pasivamente. Por ello es que es condenable el hecho de que los dueños de buses y los arenazis quieran trasladar al usuario, el problema. Es decir, tanto el gobierno como los transportistas están bajo la lógica de dejar perder al pueblo, pero no a ellos mismos. Que no vengan los “pobrecitos” buseros a buscar compasión en el pueblo dándonos paja de que el negocio no es rentable; y que no venga el maldito guevierno a mentirnos sobre de que esta es una crisis que no puede solventarse porque el problema viene de afuera.
En el redondo negocio de tener buses, todos los problemas que el sector adolece -generados en parte por el alto costo del diesel- se resume en uno: la tarifa. El pueblo salvadoreño ha soportado y seguramente podrá soportar todo, excepto la muerte de un ser querido o un aumento en la tarifa. Para toda la población, el problema no es el desorden vial, la competencia ilegal, los múltiples impuestos, los buses viejos y en mal estado, el constante y diario maltrato al usuario, el consumismo del diesel…no, nada de eso. Todos esos son problemas de los dueños de los buses y del gobierno arenazi, pero no del pueblo…no. Dejémonos de rodeos pueblo salvadoreño: en última instancia, a vos no te importa quién te brinda el servicio de transporte, ni cómo te lo brinda, con tal que te lo brinde; pero sí que te importa cuándo te lo brinda y, lo más importante, por cuánto te lo brinda.
Quiere decir entonces que el pueblo está siendo atacado por dos enemigos crueles: por un lado el sector transporte y por el otro el ejecutivo arenarco. ¿Por qué entonces nos quedamos de brazos cruzados? ¿Por qué nos resignamos a pagar lo que a estos señores les venga en gana? ¿Por qué estamos siendo tan pasivos y estamos permitiendo que se nos siga pisoteando? ¿Es que acaso no nos basta con pagar la energía eléctrica, las medicinas, el gas y los alimentos cada vez más caros? ¿O es que acaso tenemos el pisto suficiente para pagar las dizque soluciones que se nos quieren imponer? ¿O será que acaso ya se nos olvidó que hasta hace unos 3 años el pasaje valía $0.17, luego $0.20 y por último $0.25? ¿Por qué demonios no obligamos a ambos sectores a tomar cualquier medida que no sea una nueva alza en la tarifa? Es contra esos dos enemigos que se debe luchar. Es contra ellos que debemos ejercer nuestra presión ciudadana, nuestra presión civil.
Nadie, absolutamente nadie está obligado u obligada a pagar una tarifa injusta, ilegal y por un pésimo servicio. El pueblo no tiene porqué soportar esta presión. El llamado para ese 80% de la gente que anda en bus es que “no paguemos más de $0.25”. No demos más que eso. Simple y sencillamente no demos más de $0.25. Si usted ya lo hace, pues corra la voz. Si no, pues le sugerimos que empiece a hacerlo. Si todos y todas logramos hacer eso, la presión se la trasladaremos a los motoristas de los buses, éstos tendrán que trasladar la misma presión a los empresarios y éstos a su vez tendrán que trasladarla al partido oficialista, que es, de rigor, el que tiene que resolver. Por favor, en esta coyuntura de una posible alza al pasaje, no seamos dóciles y resignadas ovejitas...seamos desobedientes, rebeldes… ¡indisciplinados!
Equipo Mapache.
San Salvador, abril 19, 2008.
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