20 agosto 2008

Los desastres no son naturales

LOS DESASTRES NATURALES ¡NO SON NATURALES!

El pasado jueves se celebró el día mundial del medio ambiente, un evento que desde 1972 sensibiliza y pone a pensar a propios y extraños en la protección del medio ambiente, lo que obligatoriamente conlleva a incrementar las reflexiones sobre el poder creador y destructor del ser humano. En estos días se ponen de moda conceptos tales como gestión de riesgos, desastres naturales, vulnerabilidad, planes de desarrollo sostenible y sustentable, cambio climático, gases de efecto invernadero, mapas de riesgo, gestión compensatoria, etc.… pero, ¿Para qué toda esta jerigonza y toda esta preocupación? ¿Por qué intentamos proteger –o mas bien, recuperar- nuestro degradado medio ambiente? ¿Cuál es el peligro que corremos? ¿Qué ganamos o qué perdemos? ¿Perdemos todos y todas por igual o hay algunas personas que pierden más y otras que pierden menos?

Los esfuerzos para la protección del medio ambiente van orientados en definitiva, a un único sentido, un único objetivo: asegurar la existencia y el bienestar de la humanidad. Pero intereses oscuros ligados siempre a las oligarquías del mundo han hecho que realizar estos esfuerzos se convierta en una verdadera hazaña. El afán de lucro –encarnado en la frenética obtención de materias primas-, el individualismo y la competencia, son valores que la gente con mayores recursos económicos, prioriza por sobre la protección del medio ambiente. Y la gente con menores recursos económicos, por razones de pura ignorancia, también colaboran a degradar y depredar su mismo entorno.

Cuando la relación de la humanidad con la naturaleza se torna contradictoria y desequilibrada es que se generan los desastres. De ahí que debamos romper el mito de que los desastres naturales producto de la no protección del medio ambiente, son provocados por “poderosas fuerzas de la naturaleza” o por “castigo divino”; y que sean considerados como “fenómenos aislados o cíclicos”, “azotes de la naturaleza”, “embates naturales” o cosas por el estilo.

Factores sociales, económicos y políticos como la pobreza, la degradación ambiental, el problema de género, la falta de educación, cultura y tecnología; la concentración de población en áreas de alto riesgo, la infraestructura mal planificada y el escaso nivel de preparación ante desastres, aumentan la vulnerabilidad de determinada región, es decir, su propensión a sufrir desastres, de tal suerte que cuando éstos suceden, lo hacen con una fuerza destructiva realmente intensa, trágica. ¿Y quiénes son siempre los más afectados por estos siniestros causados por la humanidad? ¡Las y los pobres! ¡Revisen la historia del país! zurdos y zurdas, revisen la calamitosa y catastrófica historia de nuestro país y se darán cuenta de que siempre “los más” afectados en terremotos, sequías, inundaciones, ventiscas, tormentas, erupciones, etc., han sido y son la gente más pobre, y en especial, las mujeres pobres. De no detenerse la tendencia actual de no proteger seriamente el medio ambiente y según estudios técnicos, América Latina será una de las regiones que se verán más afectadas.

El problema del medio ambiente es un problema de raigambre internacional, un problema técnico-científico, de leyes y de políticas públicas; pero esencialmente es un problema ético. Es necesario comprender que lo que está en juego no son las ganancias de unos pocos o la estabilidad de algunos gobiernos, sino el concepto de vida. Lo que está en juego es la vida de la especie humana, la vida de muchos y muchas, la vida de las personas más pobres.
El día mundial del medio ambiente nos induce a promover la toma de conciencia sobre la imperiosa necesidad de proteger y conservar a nuestro planeta. Como dijo muy bien el filósofo argentino Santiago Kovadloff: durante centenares de miles de años, el hombre luchó para abrirse un lugar en la naturaleza; por primera vez en la historia de nuestra especie, la situación se ha invertido y hoy es indispensable hacerle un lugar a la naturaleza en el mundo del hombre.

Equipo Mapache.

San Salvador, junio 7, 2008.

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