08 enero 2009

¡Viva Palestina Libre!


¡Viva Palestina Libre!
por Mauricio Labarca Abdala.

Mi nombre es Mahmoud Salah, pero pueden llamarme ...¡Palestina!

(Joven Palestino asesinado el Martes 12 de Marzo del 2002 en las calles de Jerusalén Este por una patrulla militar hebrea)

Mi nombre es Mahmoud Salah,
tengo 23 años y soy un pedazo de un pueblo herido,
humillado por décadas,
que arrastra la única culpa de haberse cruzado en mitad del camino
de quienes tras hipócritas discursos se reparten el mundo;
el hecho imperdonable de habitar la propia tierra,
sagrado regazo materno, vestuario y alimento.
Soy Palestino
y no huiré a esconderme como quisieran esas bestias que disfrutan las masacres;
no, no me iré de esta tierra que es mía desde el origen de los días;
no, no abandonaré a los míos a su suerte,
para dormir tranquilo, allá, muy lejos de las balas y los misiles sionistas;
no, no dejaré esta tierra,
ni renunciaré a recuperar lo usurpado por las armas, las bombas y matanzas.
La sangre de mi pueblo se ha esparcido en esta tierra,
la ha nutrido y dado fuerzas,
sellando la unión en lo profundo de las siembras,
manantiales y nacimientos.
Mi nombre es Mahmoud Salah,
también pueden llamarme Palestina,
soy un pedazo orgulloso de un pueblo que camina maltrecho, pero vivo,
que se yergue sangrante, pero despierto.
Los tanques se multiplican por miles,
la destrucción "made in USA" vomita toda su soberbia
sobre los rostros sencillos de mi gente;
los niños estallan de impotencia
y responden con piedras a la artillería del gran señor, "del elegido de dios",
los niños, impotentes, caen destrozados ante las ráfagas de sanguinarios que asesinan por deporte
y se pelean los cadáveres como trofeos olímpicos.
Mi nombre es Mahmoud Salah,
soy Palestino y eso basta para que sepas cual es mi camino,
avanzo confundido por Jerusalén, nuestra Jerusalén,
hace días que las tropas coloniales, a punta de metrallas,
retiran a mi gente de sus casas
y los llevan a los campos de concentración para interrogarlos,
para torturarlos y asesinarlos mil veces si fuese necesario
( el fantasma de Auswichtz se hace presente en mi tierra,
lo trajeron ellos, los sionistas, los nazis judíos),
a la gente la enumeran y les pegan un brazalete
con los dígitos de la muerte grabados de forma indeleble en el cuerpo
(el fantasma de Sabra y Chatila merodea el lugar),
la horrenda mueca triunfal del gran asesino vuelve a decorar el martirio de mi pueblo,
esta imagen del infierno hecho carne nos ronda una y otra vez,
recuerdo al niño Muhammad (septiembre del 2000);
recuerdo los cadáveres deshechos de mi gente en las calles del Líbano,
en los campamentos de Sabra y Chatila (septiembre del 1982);
recuerdo a los aldeanos de Kufr Qasim cayendo ante las metrallas judías (1956);
a un pueblo entero abandonando, por miles, su tierra
tras los ríos de sangre en Deir Yassin (1948);
a los niños agonizando entre las montañas de cadáveres en Quibya y en Qana,
son voces que aún entonan una canción de libertad,
son rostros que también hoy piden justicia,
son la sangre que ha alimentado esta tierra,
tu sangre, Palestina,
la matriz misma de nuestros sueños,
el motor más potente de esta lucha;
ellos viven en la intifada,
en cada piedra, cada acto de dignidad humana.
Soy Mahmoud Salah,
tengo 23 años,
un escuadrón de la muerte me ha detenido hoy,
me apuntan con sus armas,
me han hecho arrodillarme, mientras me insultan y se burlan;
dicen que soy terrorista, pero yo... yo soy Palestino,
y desarmado, esposado, boca abajo, no puedo defenderme;
inventan que cargo una bomba,
gritan que no me mueva,
que nada pasará...
... el gatillo dictó sentencia,
las imágenes, por miles, se desvanecen apresuradamente,
la sangre manantial ingrato se esparce y se retuerce,
ellos se burlan y festejan,
seguramente obtendrán buena recompensa...
las cosas suceden con rapidez en Palestina.
Mi nombre era Mahmoud Salah, no lo olvides,
tenía 23 años cuando los judíos me dispararon... esposado... boca abajo... por la espalda,
me mataron como a un perro
y hoy soy uno más en la estadística,
otro trofeo decorando la galería del sionismo
y una medalla más en el pecho de algún general
¿será sólo la muerte lo que aguarde a los pueblos que decidan liberarse?
Mi nombre era Mahmoud Salah,
no lo olvides,
tenía 23 años,
me mataron como a un perro,
¡Entiéndelo bien!
me mataron los judíos,
pero sigo vivo en mi pueblo,
en su presente lucha,
en sus anhelos y esperanzas,
en la valentía de sus niños,
en las piedras,
en las calles atestadas de un pueblo vivo
que lo dará todo antes de caer,
ahí estoy,
junto al niño Muhammad y todos los demás...

Santiago de chile . 14 de Marzo del 2002.

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