10 septiembre 2009

La cuestión militar: una lección chilena en la ruta al socialismo

La cuestión militar: una lección Chilena en la ruta al socialismo
A 36 años del Golpe Militar contra Salvador Allende Gossens.

"...tengo fe en Chile y su destino.Superarán otros hombres este momento gris y amargo donde la traición pretende imponerse, sigan sabiendo ustedes que mas temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor..." Ultimas palabras del Presidente Salvador Allende Gossens. Palacio de la moneda, 11 de septiembre de 1973

Mas allá de la parafernalia tradicional, de conmemoración de aquella infamia, es tiempo de recordar uno de tantos de los factores fundamentales que hicieron posible el fatídico golpe de estado. Es hora de remembrar las lecciones y cerciorarnos si es posible asimilarlas en nuestro contexto, en nuestras circunstancias. Y es que, como jóvenes, debemos apropiarnos de los mejores instrumentos para el análisis de la historia, pues nuestro tiempo se cierne inevitablemente.

Salvador Allende. Masón. Médico. Ex presidente del senado chileno y luego de postularse en cuatro ocasiones, finalmente electo presidente de Chile. A Allende se le adjudica ser artífice de la unidad de las fuerzas populares de larga tradición en el hermano país del sur que desembocaron en la Unidad Popular. Su estatura política, la lucidez de su discurso y sensibilidad social evidente, hicieron del que alguna vez tomara la opción por la medicina el epicentro político a favor de las mayorías chilenas. Este período de la historia latinoamericana, contrasta con las tesis del tránsito pacífico hacia el socialismo, tesis que encuentran lúcidos detractores en personalidades de la talla de Roque Dalton García y Ernesto Guevara -entre tantos- y que denotan total incredulidad en ella, en especial luego de conocerse los trágicos y sangrientos desenlaces de esos esfuerzos por el llamado “tránsito pacífico” en el caso chileno.

No son pocos los que advierten en sus análisis un pilar fundamental en el escenario político que hizo posible la consumación de aquel golpe de estado; es aún un tema tabú en los gobiernos que en la actualidad ensayan el tránsito pacífico al socialismo por la vía electoral. “La cuestión militar” es un tema que produce hoy día urticarias, pero es un tema obligado en el estudio de los procesos revolucionarios latinoamericanos en la actualidad.

Fatídicamente, el descuido en el análisis de esos temas ha provocado tristes desenlaces en las últimas semanas. La alarmante situación de Golpe de estado en Honduras, nos llama a la reflexión sobre la cuestión militar, en un contexto en el que “gobiernos progresistas” se yerguen en todo el continente latinoamericano.

Si Venezuela ostenta relativo éxito en la cuestión militar en vías de la revolución socialista bolivariana, es porque su presidente circunstancialmente procede de las filas del ejército de ese país. Hugo Rafael Chávez, desde su perspectiva castrense, conocedor de la historia latinoamericana, encajó la intentona golpista de 2002, superándola, asimilando sus lecciones y poniéndolas en práctica con celeridad. Hoy día, Venezuela posee dignas Fuerzas Armadas, modernas y al servicio del poder popular. Este fenómeno no hubiese sido posible sin la acertada intervención en la moral castrense y currícula educativa del profesional de las armas de ese país que pasa necesariamente por la reestructuración de la institucionalidad y sustitución de la oficialidad viciada por las doctrinas largamente infundadas desde el pentágono estadounidense en los ejércitos latinoamericanos.

Dejar de lado la “cuestión militar” durante un gobierno de izquierda o, por lo menos, autodefinido como “progresista”, es acostarse a dormir con el enemigo.

Las fuerzas armadas Chilenas, de supuesta larga tradición institucional al servicio de la “patria”, al mando de Pinochet, conspiraron y consumaron el golpe a Salvador Allende a traición y casi por la espalda. Si no encajaron sus colmillos en la espalda de Allende es porque el presidente dio la cara y levantó la frente hasta el último momento. Sin embargo, Allende pecó de confiado ante sus fuerzas armadas, no intervino esa institución con una fe casi ciega en la lealtad militar a la patria y la constitución. En suma, ese caro error que le costó a Chile su “democracia”.

Paradójicamente, las fuerzas armadas de Honduras, bajo la pantomima de la defensa de esa constitución, fraguaron y conspiraron en contubernio con la oligarquía de ese país el golpe de estado contra el presidente Mel Zelaya hace ya unas cuantas semanas. Mel, sin ser de izquierda, tampoco quiso tocar a la institución armada costándole al pueblo hondureño su “democracia”. Fueron sus “oficiales de confianza” quienes ordenaron intervenir violentamente su residencia a mitad de la noche y mandarlo al exilio.

Ante el sueño a largo plazo de suprimir los ejércitos, Imprescindible es en la actualidad la reforma de las instituciones armadas en procesos políticos populares en curso. ¿Veremos en El Salvador la valiente postura de reformar las fuerzas armadas, rediseñar el pensum educativo de la Escuela Militar Capitán General Gerardo Barrios para que la nueva oficialidad se gradúe amando a su pueblo y no creyéndose seres “superiores”, custodios del poderoso y enemigo del pobre? ;¿Veremos en El Salvador la valiente decisión de depurar a la oficialidad impregnada del odio doctrinario impuesto por el pentágono estadounidense?; ¿Veremos en El Salvador la valiente postura que reforme el comando de doctrina militar de las fuerzas armadas en sus cimientos para que se perfile a favor de la “defensa del país”, las mayorías y no en la defensa de los intereses del poderoso? Creemos que no. Creemos que no existe ni la voluntad política de cambio alguno, en una institución armada plagada de vicios, de doctrinas foráneas, de incapacidad operacional.

La cuestión militar debe ser abordada con inmediatez en los gobiernos autodenominados “progresistas”. Eliminar el estigma de que las instituciones castrenses han sido y podrían ser utilizadas como “freno de mano” a las transformaciones necesarias en El Salvador y el continente. Esa es la gran lección chilena. Y Honduras nos lo recuerda cada día que el presidente Zelaya permanece en el exilio.

Equipo Mapache
San Salvador, 12 de septiembre de 2009

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