20 agosto 2008

El grafiti: Milenaria expresión del arte

El Grafiti: Milenaria expresión del arte.
Por Herbert Vargas


Recientemente, apareció la sección de opiniones de un rotativo de circulación nacional (1), los puntos de vista de un entrevistador relacionados a los murales grafiti ubicados en el desnivel del Boulevard Constitución.

Valga exponer en este caso, que el grafiti no es un fenómeno que “bajo el argumento de exhibir y aprovechar el escape artístico de jóvenes rescatados en las pandillas” (2) busque posicionarse en los gustos clásicos de la teoría armónica de gustos y colores.

Grafitti, palabra derivada del vocablo griego grafos que enuncia al trazo o dibujo, y ha estado presente desde el origen mismo de la civilización. Sin mencionar de qué región del planeta se trate, el grafiti está presente en cualquier momento de la historia. Como pintura rupestre, como expresiones ceremoniales acordes a las específicas circunstancias de cada pueblo o raza cuyo común denominador es el plasmar para la posteridad sus propias cosmovisiones.

Esta forma de expresión, como todas, ha sido y debe ser, multifacética, evolutiva, dinámica. No fue sino hasta principios del siglo 20 que se encuentran los primeros contenidos sociales, políticos mezclados con el color y las formas, venciendo así la visión posmodernista de la creación del arte por el arte. Irlanda, Francia y el país Vasco son exponentes de ello.

Retomado el movimiento por las generaciones de finales de los 70 del siglo pasado, el grafiti se convirtió en ventana para aquellos segmentos excluidos de la bonanza económica estaunidense y que, entre otras cosas, promulgaban el retiro de las tropas norteamericanas de Vietnam, la reivindicación de los derechos civiles de los afro americanos (que sería el equivalente a los movimientos pro inmigrantes del presente).

Y como todo fenómeno, resulta incomprensible para aquellos que, faltos de información o lo que es lo mismo, ignorancia, detractan sin más evadiendo conocer a profundidad las cosas. El temor, el prejuicio y el desdén como secuelas de la ignorancia ante un movimiento que ha ganado a pulso ser reconocido en toda la tierra como todo un arte. Pablo Picasso, precursor del cubismo, luego de superar diversos períodos de su proceso creativo, desembocó luego en lo que lo llevaría a la posteridad, no sin antes recibir los más duros castigos de la crítica a su, actualmente, magistral obra.

A falta de espacios de exposición, quizá por su naturaleza irreverente, el grafiti se posesiona de cuanto espacio se deje pintar. Muros y paredes, autos viejos, parques, árboles, casetas telefónicas, buses etc se convierten en lienzos sobre los cuales se plantea el mundo real, según la visión propia de los/as artistas. La censura, lo prohibido, y la represión derivada de convencionalismos moralistas de poca monta sobre la estética y la deontología, automáticamente convierten en atractiva para los jóvenes la “subversión” del arte y la pintura.

Reprimir, por tanto, expande el fenómeno del grafitti, es su naturaleza per sé Convivir con ello, sugiere una alta dosis de tolerancia para entender a las actuales generaciones no con los trasnochados y anticuados prismas de las usanzas de antaño, si no más bien el juicio crítico de quienes gustan del arte. Se reconoce el esfuerzo municipal por abrir espacios para los/as jóvenes, por regular los mismos, a fin de que con la inclusión de los actores sociales se busquen alternativas mutuamente favorables, tanto para la ciudadanía y para los artistas. ¡Qué mejor opción que regular apoyando!

La sin razón y la intolerancia que ha marcado a la sociedad capitalina desde la privilegiada posición de quien usa un micrófono en los medios de comunicación para repetir ideas en lugar de crear ideas, es el pan de cada día. Valga subrayar que dentro de ese movimiento artístico, hay profesionales, estudiantes de prestigiosas universidades privadas, jóvenes cristianos, trabajadores/as, estudiantes de secundaria, hijos de dominio cuyo objetivo fundamental es, precisamente, evitar vincularse y ser vinculados a ningún tipo de pandillas y educar a la ciudadanía capitalina a través de la libre expresión.


Abrir los espacios, a quienes nunca lo han tenido, desafiar el conservadurismo miope, además educar sobre la tolerancia, sobre el arte y el entendimiento que estos jóvenes tienen del mundo, son los más claros objetivos que pueden discernirse respecto a la obra en el Boulevard Constitución. Mérito exclusivo de los/as artistas, y apoyado por la municipalidad. No hay peor ciego que el que no quiere ver o que quiera quedarse ciego al intentar tapar al cielo con las manos. Este tipo de actividades relacionadas al arte y cultura contemporáneo, desde los /as jóvenes, deberán repetirse, de cualquier manera, es, al final, el triunfo del intelecto, la elevación de los jóvenes sobre las bestias. Subvirtiendo el mundo frente aquellos que insisten ver a los jóvenes como incapaces pensar y crear, como seres delictivos, mansos e indiferentes a su entorno social, al fin y al cabo, si ellos/as no hablan …las piedras tendrán que gritar.



(1) Comentarios publicados en la sección Opinión de la La Prensa Gráfica el domingo 25 de Noviembre de 2007 por el entrevistador Ernesto López de canal 21.
(2)

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